British exit
El *brexit (British exit)* supondría un impacto económico importante, pues sentaría un precedente político indeseable, ya que llevaría al resto de los socios a negociar su permanencia con condiciones dentro de esta institución.
En el *brexit*, el 75 por ciento de los jóvenes querían quedarse en Europa, pero el 70 por ciento de los mayores querían irse porque tenían una gran bronca con el pasado.
Sin embargo, para el Reino Unido y la Unión Europea el *brexit* no es positivo, por ello es importante que la institución explore mecanismos que permitan mantener la cohesión frente a la amenaza de otras potencias que ven en esta debilidad una oportunidad.
Después de un 2015 con beneficios al alza, las compañías aéreas europeas temen que los atentados y las consecuencias todavía inciertas del *Brexit* hundan sus previsiones para este año, a pesar de que los precios del combustible siguen siendo bajos.
La capacidad del Reino Unido para gastar 405.000 millones de libras en proyectos en cartera antes del triunfo del *Brexit* depende de cuánto sufra la economía, dijo Tony Travers, profesor de la London School of Economics.
Ante estas advertencias y las de ayer del ministro británico de Economía, George Osborne, sobre ajustes presupuestarios si hay *Brexit*, cuatro destacados políticos ‘tories’ partidarios de la salida les acusaron de «alarmismo ridículo», fruto de la «desesperación».
Según Jenkin, Carney se ha equivocado al decir en las últimas semanas que el *Brexit* provocaría un «choque» en la economía y que el país podría sumirse en una «recesión técnica» (dos trimestres consecutivos de crecimiento económico negativo).
Gran parte de la discusión respecto al *Brexit* y su impacto me molesta.
¿Pero qué hay respecto a las advertencias de que el *Brexit* precipitará una recesión británica, o al menos una desaceleración drástica en el corto plazo? ¿De dónde salen estas advertencias?
Desde el *brexit* hasta la campaña electoral de Estados Unidos están atravesadas ya no por los argumentos, sino por sentimientos como el miedo, el asco, o la solidaridad y la empatía, un terreno de los psicólogos o los publicistas.